VOCES DE LA ALDEA

 Florencia Paz  

Cada cosa... ¿Por su nombre?




Ser de Tapalqué es todo un estilo de vida. En mi caso, no puedo llamarme «tapalquenera» aún ni
por asomo. 
Me gusta mucho esta ciudad, vivo en ella y planeo estar acá por un largo tiempo. Pero… mi relación con Tapalqué es muy reciente. Estamos en etapa de primer enamoramiento. Todo es nuevo, todo es emocionante aunque nos falta conocernos un poco más para poder entendernos del todo…hay cosas que aun me desconciertan un poco.
Una de ellas tiene que ver con una cuestión de nomenclatura. Para mí, desde siempre, una zanja es una zanja y un papelito, un papelito. Los animales de la naturaleza eran solo eso, animales. Una poliya, un perro, un tero, un chancho tal vez.  Pero ahora ya no. Ahora aprendí que cuando dos personas acá mantienen una conversación y de repente alguno menciona un animal, insecto u objeto, es probable que se trate de algún buen ciudadano miembro de la sociedad. 
Desconozco las vueltas de la vida que apodaron a cada uno de ellos, pero estoy segura de que cada apodo fue puesto con cariño, un poco de picardía y que cada persona cuyo nombre de nacimiento ha sido olvidado y reemplazado por un nombre de animal, insecto u objeto lleva con gracia y orgullo el nuevo nombre que Tapalqué le dio y que lo acompañara hasta el último de sus días. Yo por mi parte, ya traigo uno desde mis pagos, pero espero ansiosa recibir el honor algún día de ser bautizada con uno digno de una ciudadana de Tapalqué, por qué no. 
Quiero agradecer al Perro, Gallinita, Tero, Conejo, Bagre, Poliya, Tierrita, Zanja, Cachorro, Gato, Vaca, Diente, Papelito, Paleta, Palomo, Pajarito, Zorro, Hurón, Mosquito, Garza, Laucha, Mono, Oveja, Potro, Gusano, Mulita, etc. que sin saberlo han inspirado esta la columna.  Será hasta la próxima vez. Saludos especiales a toda la fauna tapalquense. 

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